En los últimos años, el hueso pardo ha atacado cada vez más rebaños en las zonas de montaña del Pirineo mientras pastaban. Por lo que afirman los expertos, los huesos no quedan hartos con las hierbas y plantas que encuentran en la montaña y el hambre les lleva a buscar lo que les falta sobre todo entre los rebaños de corderos y ovejas. Los responsables de la Fundación Os Bru, que cuida de estos animales, esperan que este año se recojan los esfuerzos que iniciaron hace seis años, cuando empezaron a plantar hasta 14.000 árboles frutales en zonas de alta montaña del Pallars Sobirà y la Val d’Aran. Se han plantado sobre todo manzanos, cerezos y frambuesas; además de otras especies minoritarias como la seta y el púdol; frutas silvestres que deberían servir para detener los huesos famélicos.
Desde la Fundación Os Bru están convencidos de que si los huesos encuentran el alimento que necesitan en su zona, no tendrán que alejarse para buscar comida hacia zonas de pasto, donde hay ganado de ganadería extensiva. Se calcula que por ahora en el Pirineo, hay setenta ejemplares. La colonia de huesos no ha parado de crecer desde su reintroducción, en la década de los 90.